Dr. Andrés Vence
Cirujano
Plástico
Es sabido que la belleza es subjetiva y no siempre tiene
que ver con un molde perfecto o exacto, pues en las diferentes etnias, los
distintos matices de figuras, facciones y/o rasgos, pueden llegar a ser tan
atractivos o desagradable que para cada caso hay críticos o simpatizantes.
Existe una innegable y además franca búsqueda de
perfeccionamiento físico en el ser humano, capaz de llegar a generar tantas
inseguridades como el número de cabellos en una cabeza.
Pocas veces nos enteramos por nosotros mismos y menos aún
por otros, de las innumerables cualidades físicas que poseemos, pues siempre
estamos queriendo parecernos a alguien, en edad, altura, físico, peso, etc. Eso
nunca podrá igualarse, pues cada ser humano nació con un patrón genético único
como las propias huellas digitales.
Bueno si sería, tratar de explotar esos atributos con que
nacimos; pues sin darnos cuenta, participamos en un ciclo reproducible en
serie, dado que las otras personas sin demostrarlo, también quieren parecerse a
nosotros.
La mejor cintura, no será la delgada o estrecha, sino la
que el cuerpo necesite, pues nuestro peso dicta las tallas que requerimos. Aun
así, angustiosamente las delgadas desean
pesar “solo un poquito más”, para no estar tan flacas; las muy blancas quieren
broncearse mucho para parecer trigueñas; las altas deben usar zapatos bajos
para no lucir mal; y las bajas usan tacones de 12 cms. para simular talla. Las
lisas de cabello luchan por pretender rulos aunque sea por un rato o solo para
una cita. Las rizadas gastan con “justificación” en peluquerías que logren
domar sus hebras onduladas.
Así pasa en la vida real. No es exageración. De esta
manera, caemos en una inaceptación completa, donde No damos tregua a disfrutar
tan solo un poco de lo que poseemos. Bastaría solo con abrir los ojos a media
pupila, para percibir las miradas que podemos atraer. Para todos los gustos hay
interesados, aunque nos parezca increíble. Sino., mire a su alrededor.
Cuando optamos por transformar alguna parte de nuestro
cuerpo, solo debemos compartir con el profesional elegido el anhelo de lograr
lo que más se adapte a mi cuerpo, a mi existencia. No debe llevar fotos al cirujano
para que vea cómo quiere quedar, pues quizás la modelo de la portada, tenga la
mitad de la edad suya y no tenga hijos, mientras usted solo tuvo 2 ó 3 ó 4.
Ella vive de eso, solo modela; usted trabaja, atiende la casa, duerme poco, no
tiene tiempo para el ejercicio, nunca va al Spa, las dietas son muy distintas,
etc.
La cirugía de senos se practica para mejorar
discretamente un volumen y una forma, NO para pasar del anonimato al
desprestigio. Tampoco se trata de aumentar tanto la talla que después duela la
espalda. Hay quienes piensan que entre más gramos de silicona pida, más
justificado será lo que se pagó por la cirugía; como si la más atractiva fuera
la que más grandes las tenga.
Las siluetas o figuras de “Hormigas”, con su respectiva
cintura, es cosa de imaginación cultural nada más. Unos hombros amplios, cadera
ancha y brazos gruesos, lo que menos necesitan es una cintura mínima. Pues será
con seguridad la envidia pero de súper ratón quizás.
Todo debe guardar una proporción y alguien debe
decírselo. También el interior de la persona cuenta mucho. Pues aquellos
quienes optan por querer parecerse a alguien, no alcanzan a disfrutar sus pocos
o muchos atractivos. Cada día deben
dejar salir el efecto de camaleón oculto, donde deben hacer tantos cambios como
les sea posible. No hay tiempo de permanecer pocos días o instantes como
realmente son.
No se preocupe, las cirugías estéticas siempre le van a
brindar ese “algo” que hace falta. Además con toda seguridad sobrará tiempo
para ello. Lo importante es que la persona se acepte, y solo busque parecerse pero
a sí misma quizás, cuando era un poco más joven (algo más coherente), de esta
manera conseguirá el equilibrio necesario que no solo le traerá satisfacción
plena, sino éxito en su entorno, en su círculo, y sin darse cuenta atraerá más
miradas que las que pretendía cuando quería ser otra.
Las cirugías nunca se comparan, ni en tiempo de
ejecución, ni en resultados, mucho menos en cicatrices, etc. Cada área del cuerpo
dependiendo de cómo llegue inicialmente a manos del cirujano, merecerá una u
otra técnica, una u otra cicatriz corta o larga. De todos modos las cicatrices
serán menos notorias e incomodas que esa parte de su cuerpo ya le molestaba antes de operarse. De lo contrario no hubiera
existido la intención de hacerlo. No hay más que dos opciones para estas
situaciones: 1. Nos quedamos como estábamos. 2. Cambio todo eso por un corte en
alguna parte para eliminar definitivamente ese “gordo que no soporto”, ese “delantal
de piel del abdomen”, “esos senos que si no fuera por los brasieres mágicos
necesitarían quizás unas muletas para ayudarlos. Mejor entonces hacer un cambio,
ayudado por el cirujano, que sea ideal para mí, para mi propio molde, sin
imitaciones; pues cada día que pasa envejecemos y eso no cambiará. Se hace tan
difícil ya encontrar aceptaciones de las personas entre grupos o medios, como
para No aceptarme yo mismo también. Es mejor que alguien pretenda ser como yo,
que renunciar a lo que siempre he sido, a quien siempre me ha acompañado. O
dicho de otra manera: “Mejor malo conocido, que…”
FIN.
No hay comentarios:
Publicar un comentario